jueves, 3 de noviembre de 2011

Me encanta verte florecer
y existir cuando la noche se hace día.

También fue confuso el festejo;
suena un celular que no es el mío
desde uno que no es el tuyo:
es tu voz la que se ríe en otro lado.

Alguien golpea la puerta,
y recuerdo que me encerré (para oírte mejor).
Dos bellezas rubias juegan a jugar en la mesa de ping pong;
cuatro caballeros las desean y no les quitan los ojos de encima.

Un hombre que no es el mío
pide que yo sea yo y abandone la careta.
Confía en esta chispa borracha.

Miro de reojo y todos están sobre todos,
y la marea se hizo humo.
¿Ya son las siete? Dios.
Estos labios no son los míos...

"Una vueltita más", nos dijo ella.
Y se durmió en el sillón.