viernes, 20 de enero de 2017

Desencanto

Volvé a sangrar.
No te resistas.
Dale derecho, sin dispersarte,
en caída libre hacia el dolor.
Como la nave Galileo que se sumergió a 48 km por segundo en el gigante Júpiter.
Y se fundió en su atmósfera ardiente para darnos un segundo de gloria.
No te adueñes de nada,
y menos de la gloria.
Que tu curiosidad sea más grande
que la necesidad de adueñarte de todo lo que es Otro.
Tu origen está hecho del mismo barro que se tragó al caballo de la "Historia sin fin".
Y es tu origen el que te reclama desde la tristeza, pero, ojo, porque el origen también te espera en otro lado.
Nacemos desencantados,
con la frágil manía de sentirnos redimidos,
de volvernos animales benditos.
Y miramos lo que llamamos "cielo".
Pero ese cielo está desencantado.
Las estrellas se desencantaron cuando ardieron por primera vez.
Las canciones están desencantadas.
El cigarrillo en la ventana nunca tuvo encanto.
El Amor... es desencanto constante.
Coger sin amor, todavía más.
La mujer está desencantada.
Las flores coloridas, puro desencanto.
La Muerte desencanta con intensidad.
Las obras de arte de todos los tiempos nos siguen hablando porque el desencanto es eterno.
Los trucos de magia son un intento de corrección del desencanto.
Noviembre con campera... ¡qué desencanto! Diciembre sin luz y sin agua, ¡qué grosero desencanto!
La Culpa ama al desencanto.
Dormir mucho es por desencanto, el insomnio, también.
Seguir las señales es la actividad favorita del alma desencantada.
El Miedo desencanta de a poquito.
El cine Gore es desencanto visceral.
Tu estómago es el ejemplo más palpable del desencanto.
Los audios de seis minutos, un desencanto inefable.
Los paladines de la verdad budista me desencantan hasta los ovarios.
Lo mismo que los que me preguntan qué estuve haciendo hasta ahora.
Ver “Laberinto” en pantalla gigante fue por desencanto.
Mi nariz desencantada ya no distingue el olor del Riachuelo.
Cuando vi mi perfil por primera vez en un espejo me desencanté.
La matemática es el desencanto que explica la física de un universo desencantado.
La política es religión desencantada.
Sentir que uno no alcanza al mundo es la práctica de esa religión…
Que los colectiveros te traten mal, que la gente te trate mal, tratar mal a la gente... me desencanta.
El bullying es la masturbación constante del espíritu desencantado.
El simio se paró estando desencantado. Y su primera palabra fue para tratar de encantar su violencia, antes de enfrentarla.
La Odisea de Joyce sólo se sostiene con desencanto.
Las palabras agridulces de mi madre literaria, Vonnegut, me advirtieron sobre el desencanto.
Los astrónomos antiguos le pusieron Venus al planeta que brilla cada mañana y cada atardecer en el cielo.
Nunca se imaginaron que esa belleza residía en que las nubes tóxicas reflejan la luz del sol.
La diosa de la belleza resultó ser una diosa iracunda, incapaz de sostener la vida.
Y ese desencanto, quizás nos salvó.
Uno viaja por desencanto,
uno renace por desencanto (¿hay muchos que están renaciendo? Yo sí).
Uno mira con desencanto que en la maceta no crece la flor que plantó, sino aquella de la que no se sabía nada.
Uno se pregunta por qué por desencanto.
Uno baila la danza del fuego por desencanto.
Uno cierra un poema, como cierra su corazón, como cierra la ventana antes de irse a dormir.
Existir es desencanto del átomo primero,
casa XIII.
La cicatriz que me atraviesa la ceja.
Punto errante, nunca infinito.
Un sonido ciego, de sabor amargo y la única nota que desentona en la función,
la intransferible resiliencia.
Lo único encantado son las ideas.
Lo único encantado son los dioses.
Lo que se mueve es desencanto.
Lo que sangra es desencanto.
Lo que fluye es desencanto.
Lo que es libre es desencanto.
Los príncipes y princesas encantados nunca fueron libres.
Ningún beso te sana, ni te transforma, ni te da alas ni te da piernas.
Todo eso lo hace el dolor.
No busques emisarios del dolor,
porque el dolor es lo único que te pertenece.
Es el dolor lo único que te hace libre.


Foto: Flor Javo

Enojo III

No voy a sufrir por lo que no me pertenece.
No voy a sufrir... por lo que no me pertenece.
¡No voy a sufrir por lo que no me pertenece!
Seguiré robando melodías a las canciones,
pero no voy a robarte tu dolor.
Y mientras nos enojamos, la vida tiene sonido propio, ¿lo sabías?
Y no sabe nada de nosotros dos.