viernes, 15 de julio de 2011

Love Like Sunset

Parece que un cantante dijo cosas poco felices de los porteños, que todavía nos cubre la ceniza de un volcán lejano, que en el teatro todos se dieron cuenta de que algo me está pasando, que los taxis aumentaron, que la gente está preocupada, que las cosas se dejan atrás, que solo hay que mirar para adelante, que todos están teniendo hijos, que la familia es lo más importante en el mundo, que el romance pasó de moda, que el amor se guarda en frasquitos, que sabemos todo de todos en todos lados todo el tiempo, que viene otra ola de frío polar, que es mi última noche con 30 años, que somos felices a veces y eso es ser felices.

Quizás con inocencia o con narcisismo inocuo, siempre creí y esperé mi cumpleaños con emoción, porque ese día algo sucedería, algo que cambiaría el curso de mi existencia.

Nunca pasó eso; sería insólito pensar que sí pasó. Siempre esperé una cosa u otra y nunca entendí a aquellos que se deprimen cuando está por llegar su cumpleaños. Al contrario, ¿qué cosa más prometedora para una niña llena de imaginación que un día como centro de su propio universo?; rodeada de todos los que forman parte de su mundo; esperando llamados, el clásico llamado del que incluso las amigas íntimas (las que saben hasta cuántas bombachas tengo y cual usé en mi primera vez) están pendientes.
Se ve que aprendí en mis treinta que aunque parezca que sí, no. Ahora padezco por mi exceso de optimismo y los errores de mis concepciones.

¿Qué espero más que lo que estoy viviendo? Más que el hecho de que no puedo hacer mi cumple en mi propia casa por la cantidad de gente que quiere estar conmigo. ¿Qué espero más que a mi misma? ¿Quién soy?
No la pasé bien estos días, y no sé cuánto se perdió de mi, recibí golpes, y me pregunté hoy, finalmente, ¿soy una tragedia o un milagro?


Alejandro al oído me dijo que no era una tragedia.
Le creo.
Es hora de hacer el milagro.

En el colectivo, dejaron sentar a la señora grande con tacos; en el subte, una niña me sonreía; cuando venía en el taxi escuchando jazz, pasé por el Teatro Colón y se veía increíble; llegué a mi casa y no hace frío; algún día, las cenizas finalmente se irán.

Los milagros, existen. Yo creo.  


No hay comentarios:

Publicar un comentario