Cualquiera puede amarse a sí mismo cuando todo está en orden, el clima está templado y el pelo, ordenado, sin humedad.
Pero, ¡qué jodido y valioso, existente, es tener los puños duros como para amarnos en el caos, ser nuestro verdadero cuerpo en medio de la nada, y regar las flores cuando, en verdad, sólo queremos morir...!
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