jueves, 28 de julio de 2011

Starting over


No sé ustedes, pero yo vengo de una racha de malos domingos, o, mejor dicho, de malos fines de semana.
Tuve una corta, serena y equilibrada vida emocional estos meses; uno de esos momentos en los que no sé cómo, ni porqué, uno gusta de uno mismo, y hasta extraña encontrarse en soledad, después de un día rodeado de gente: llegar a casa solo, arrojar la ropa sin importar donde caiga, ponerse las pantuflas con medias (pero sin pantalón), tirar los almohadones al piso viendo una serie sin interrupciones, comiendo la basura que a uno le gusta, y (¿por qué no?) el erupto triunfal de la Coca Cola. Puedo decir que lo tuve. Tuve ese momento.
Después de algunos meses de amor sin barreras hacia mi divina persona, la bestia se me soltó. Puedo saber que fue alrededor del 30 de mayo... simplemente, me animé a "sacar a pasear" a esa parte mía que no me hace sentir orgullosa; esa parte que se alimenta de la ansiedad, se escuda en la depresión y tiene un nihilismo romántico como bandera.
Supongo que calculé que podía guardarla cuando quisiera.
Nunca fui buena con los cálculos.

- No sé vos, Santi. Pero mi corazón...
-Está roto- interrumpió él-. Mi corazón está roto -Y apagó el cigarrillo en mi cenicero nuevo.
- ¿Y qué pasó este domingo? -pregunté, mirando con preocupación las 50 colillas amontanadas en el cenicero que había comprado recién ayer, al que casi no soportaba ver lleno de ceniza negra.
- ¿Te preocupa el cenicero? Ni que te hubiese salido una fortuna.
Sí, me había salido caro. No se lo dije porque me dio algo de verguenza.
Mi verdadera preocupación tenía que ver con mi amigo dejando una montaña de ansiedad.
Yo fumo, pero admito que no me gusta el olor de un cigarrillo apagado, y tengo la pesada manía de lavarme las manos cada vez que termino un pucho.
Estos, no miento, eran cincuenta en pocas horas.
- Cierto que vos fumás poco...
Con la dulzura que lo caracteriza, se levantó, fue a la cocina y volvió a los minutos con el cenicero limpio y seco. Lo puso en el centro de la mesa, pero después lo movió hacia un costado, donde quedaba mucho más lindo.
Los dos nos reimos.
- ¿Qué me pasa?- me dijo, mientras buscaba en la notebook la canción que quería escuchar.
- ¿Qué te pasa?
- No tengo ganas de levantarme- Y apartó la mirada de la mía-. No quiero estar acá. No quiero estar en ningún lado.
- Ya no sé que es lo que me hace bien- interrumpí. Santiago se calló.
Bajó la cabeza, porque yo estaba sintiendo dolor y yo nunca cuento que siento dolor.
- Antes me despertaba de buen humor. No te jodo, Santi, en serio. Me acuerdo lo que era despertarme antes de que sonara el despertador con la sensación de que algo bueno iba a pasar y todo era aventura.
Me quedé pensando. Era cierto todo lo que había dicho. Realmente lo creí.
- Supongo que a mi también me pasó. Aunque me gusta cuando lo describís vos... ¡¡Sos tan trágica!! -Los dos nos reimos.
- Amaba ir al laburo en el bondi, escuchando música e imaginando cosas, ¡imaginando cómo sería mi vida! Amaba mi rutina, Santi. Despertarme y desayunar como bestia, el viaje, el cigarrillo previo a entrar al trabajo mientras caminaba esas dos cuadras...
- No fumás más a la mañana, ¿no?
- Nooo, me mareo...
- ¿Ya te hiciste estudios?
- Claro..., mi última excusa era culpar a las hormonas. Soy de cuarta.
- ¿Funcionó?
- No. Estoy sana.
- Lo lamento- me contestó y después de un silencio nos reimos como niños-. Siempre estás tan calmada y tu mensaje es optimista, pero hacia los demás por lo que estoy descubriendo. Nunca te vi así, querida. Me preocupa.
- Mi papá me llama todos los días porque tiene miedo de que me suicide. Ayyy, que poco me conoce cuando estoy triste. La vida es una mierda, o mejor dicho, así se muestra ahora, pero no vale la pena perder la vida entonces por esta mierda... Me gustaban los almuerzos con mis amigos en el trabajo, la tarde con un café con azúcar, salir contenta y fumarme mi cigarrillo liberador mientras escuchaba a Bob Dylan.
- Uyyy, me diste ganas de escucharlo- Y agarró la notebook, nuevamente, para cambiar la canción-. Es una mierda lo que puse.
- ¡Sí!- le contesté sin pensar-. Y siempre hacer algún plan... Ir a comprar ropa, llegar a casa y ver a mis hermanos (aunque a veces los odiaba) y cenar riéndome, cargando a alguno; estar en mi cama, en la casa en la que crecí, soñar con vivir otra vida, pensando en cosas tan simples como en ponerme algo lindo para ir a trabajar. Recuerdo no querer dormir, porque tenía ganas de seguir pensando en todo lo que iba a venir... Hasta que un día casi dejé de dormir, pero nunca estaba cansada, como te digo, solo podía pensar en aventuras simples...Ahora estoy cansada todo el tiempo y sí, solo quiero dormir... - Entonces me quedé sinceramente muda. Como en uno de esos momentos en los que un personaje inventado descubre una verdad, mira fijo, la música suena emocionante e intensa, y finalmente, nos aclara el sentido de nuestra existencia.

Cuando Santiago se fue, yo estaba contenta. Y aunque era tarde, medianoche de martes, no pude dormirme hasta las dos de la mañana. No giré en la cama; simplemente prendí la computadora y empecé a escribir :

"No sé ustedes, pero en este momento de mi vida me conozco y desconozco todos los días. En medio de ese redescubrirme continuo, ahora mismo entiendo que siempre fui la chica que soñaba la vida que quería vivir, y que esa chica que finalmente vive la vida que siempre soñó, no sabe cómo hacerlo. Y hasta diría que casi no lo está haciendo.
Lo conocido, la costumbre, lo que nos es habitual, eso que quisiéramos conservar aunque no nos permita crecer:¿cuándo es el momento de dejarlo atrás, de crecer, de cambiar?
¿Cuándo es el momento de animarse a viajar solo, con un viaje a medio planear, a esas islas que uno siempre quiso conocer?
¿Cuándo animarse a dejar entrar a tu vida a alguien que por algún motivo insiste en hacerlo?
¿Cuándo animarse a tener constancia en esa pequeña pavada propia que nos llena de orgullo: escribir, hacer ropa, enseñar filosofía, amar las leyes, volver a estudiar, sacar fotos, dejar todo y volverse ermitaño, irse lejos de la ciudad unos días, cambiar de trabajo, diseñar páginas, hacer música, tener un hijo, terminar con esa relación que simplemente hace que no estemos solos?
Es más fácil y tentadoramente simple seguir así.
- Nunca es el momento correcto para esto -me dijo al irse.
Tiene razón. No existe el día mágico en el que las cosas cambian, pero va a existir un día en el que yo elija cambiar las cosas. Hoy, mañana: nunca es el momento correcto, o mejor dicho, cualquier día puede serlo."

lunes, 25 de julio de 2011

Anfibio, mutante, escuálida.
Pertenece a una nueva especie.
El espacio sigue siendo inmenso,
El misterio sigue siendo inmenso.
Tan sólo sucedió.
Pero no importa, sólo sabe que pertenece al mar,
Siempre agua.

Las noches soleadas,
El calor de la nieve sólo cuando nieva (y nunca nieva),
Respeta y no olvida los siglos que vivió.
Es ancestral,
Y ahí radica su fuerza.

No es una niña del rayo,
Es más antiguo y es más vivo.

Es la imagen de un farol en la calle
Y la nueva forma que escribe y canta.

Madura porque va de especie a especie,
Evoluciona porque sigue siendo lo que es.
Existe de misterios, poesías y melancolías.
Extraña los días romanos y las noches alemanas.

Siempre habrá quien diga lo contrario,
Eso siempre es lo mismo.

Hoy abandona caparazones,
Y se aleja más de la costa.
Cuando la vea no habrá más muerte,
Y cuando se vaya no habrá más vida.

Esa fue una metamorfosis,
Ser quién es,
Ir adónde debe ir…


                                                              De cangrejo a cocodrilo.




No termina donde empieza,
Cuando cambia el mundo,
Alucina con un pasado cambiante y no estancado.
Gracias por darle vida a lo que pasó.
No me olvido,
Ni me olvida.
Termina cuando llega el cocodrilo…


                                                               No Peter, espero que no sea el tiempo.
                                                                       B.               
                                               

viernes, 22 de julio de 2011

Que bueno poder ser todos los que somos, tan simple como escuchar una canción en soledad, un viernes despejado.

Los días son, por lejos, los más difíciles de varias historias. 
Disfruten de ustedes, porque en verdad,  somos nadie, y eso nos hace libres.







Ahora mismo, soy nadie (Río).

miércoles, 20 de julio de 2011

(Es como mail pero pura literatura; pero como pura literatura es deseo).

Hoy solo puedo pensar en que quiero una vida irregular. No te confundas: amo mis rutinas y me llenan de orgullo.


Pero hoy necesito que mi desayuno sea en otro lado,
que las calles que camine me lleven en otra dirección, y no adónde debo ir.
Que nadie me rodee en mi escritorio y yo pueda abrir los colores que quiera.
Que nadie pregunte, que me dejen ser y expandirme.
Que no sepa que mañana no voy a estar con vos, lejos de acá.
Que las palabras "siempre" y "nunca" se vayan a la esfera de donde salieron.
Que ahora es ahora lo que debe ser, y no más que eso.
Que nada significa más ni distinto, aunque lo piense y lo piense.
Que puedo ponerme la ropa que quiera y no ponerme la que no quiero.
Que me guardo mi tarro de los mejores caramelos, esos que son de gustos distintos.


Elegir mi vida irregular...
y que a veces, terminar algo breve, es darle la vida que merece.

viernes, 15 de julio de 2011

Love Like Sunset

Parece que un cantante dijo cosas poco felices de los porteños, que todavía nos cubre la ceniza de un volcán lejano, que en el teatro todos se dieron cuenta de que algo me está pasando, que los taxis aumentaron, que la gente está preocupada, que las cosas se dejan atrás, que solo hay que mirar para adelante, que todos están teniendo hijos, que la familia es lo más importante en el mundo, que el romance pasó de moda, que el amor se guarda en frasquitos, que sabemos todo de todos en todos lados todo el tiempo, que viene otra ola de frío polar, que es mi última noche con 30 años, que somos felices a veces y eso es ser felices.

Quizás con inocencia o con narcisismo inocuo, siempre creí y esperé mi cumpleaños con emoción, porque ese día algo sucedería, algo que cambiaría el curso de mi existencia.

Nunca pasó eso; sería insólito pensar que sí pasó. Siempre esperé una cosa u otra y nunca entendí a aquellos que se deprimen cuando está por llegar su cumpleaños. Al contrario, ¿qué cosa más prometedora para una niña llena de imaginación que un día como centro de su propio universo?; rodeada de todos los que forman parte de su mundo; esperando llamados, el clásico llamado del que incluso las amigas íntimas (las que saben hasta cuántas bombachas tengo y cual usé en mi primera vez) están pendientes.
Se ve que aprendí en mis treinta que aunque parezca que sí, no. Ahora padezco por mi exceso de optimismo y los errores de mis concepciones.

¿Qué espero más que lo que estoy viviendo? Más que el hecho de que no puedo hacer mi cumple en mi propia casa por la cantidad de gente que quiere estar conmigo. ¿Qué espero más que a mi misma? ¿Quién soy?
No la pasé bien estos días, y no sé cuánto se perdió de mi, recibí golpes, y me pregunté hoy, finalmente, ¿soy una tragedia o un milagro?


Alejandro al oído me dijo que no era una tragedia.
Le creo.
Es hora de hacer el milagro.

En el colectivo, dejaron sentar a la señora grande con tacos; en el subte, una niña me sonreía; cuando venía en el taxi escuchando jazz, pasé por el Teatro Colón y se veía increíble; llegué a mi casa y no hace frío; algún día, las cenizas finalmente se irán.

Los milagros, existen. Yo creo.  


sábado, 9 de julio de 2011

Cuando soy poeta

Te preludio en este viento,
Y encima parece que va a llover.
Ni sé qué cosas te quería decir,
Pero algo quería decir.
Perdón si aún te pienso,
Aunque sólo hice más agradable tu invierno.
Nunca esperes de mí una mesa prolija,
Y sé las cosas que no sirven para viajar a través de una ciudad.
Te aclaro esta noche,
Como aclara una cara cuando la miro,
Que no sé qué es amor,
Pero sé de eras geológicas.
Que las cosas se me caen y se rompen,
Y que no creo ser alguien entero.
Si crecí como arrojada a la existencia,
Tuve que entender las cosas que se leen.
Puede ser cruel como lo éramos,
Puedo ser lo que no soy.

Soy torpe, y bruta y cuando hay fuego,  seguro me quemo.
Me distraigo y me olvido de vivir como deberíamos haber  vivido.
No reclamo pero sufro callada.
A veces soy nadie y sólo espero quedarme pensando.
Y volver a la vida con una sonrisa, un baile, un cigarrillo, las pavadas que te digo, correteo, me muevo, salto sobre vos y vuelvo a caer.
Sí, porque soy torpe, lo sabés