Pero por esquivarte
termino hundiéndome
en la zanja hasta el cuello.
Un señor, amable,
se inclina caballeroso:
"Nena, date un baño en otras aguas".
Abro los ojos,
cubierta de lodo sucio y salpicada.
Lo que no es pupila
encandila su boina plateada:
"Estoy tan sucia como vos.
Tuve una vida futura".
Ágil, salgo de la zanja.
Me salen espinas de los brazos.
La piel se estría, como azulejo reventado.
Pies enormes y podridos,
bailo por la avenida,
como un animal poseído.
La gente me mira horrorizada.
Uno a uno
comienzo a pincharlos con mis espinas.
Otros, dentro de un bar,
me señalan y gritan
-me entristece que me teman-.
Yo entro y les ofrezco este baile descarnado.
Ellos lloran.
Voy a bailar alrededor de la mesa
hasta que todos pierdan los ojos.
Fotografía: Apocalipsis Fotografía.
Texto de la serie "La muerte puede bailar".
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