miércoles, 6 de septiembre de 2017

Desencanto

Volvé a sangrar.
No te resistas.
Dale derecho, sin dispersarte,
en caída libre hacia el dolor.

Como la nave Galileo que se sumergió a 48 km por segundo en el gigante Júpiter.
Y se fundió en su atmósfera ardiente para darnos unos segundos de gloria.

No te adueñes de nada,
y menos de la gloria.
Que tu curiosidad sea más grande
que la necesidad de adueñarte de todo lo que es Otro.

Tu origen está hecho del mismo barro que se tragó al caballo de la "Historia sin fin"...
Nacemos desencantados,
con la frágil manía de sentirnos redimidos,
de volvernos animales benditos.

Pero ese cielo está desencantado.
Las estrellas se desencantaron cuando ardieron por primera vez.
Las canciones están desencantadas.
El Amor... es desencanto constante.
Coger sin amor, todavía más.
La mujer está desencantada.
Las flores coloridas, puro desencanto.
Tu Muerte me desencantó con intensidad.
Las obras de arte de todos los tiempos nos siguen hablando porque el desencanto nunca termina.
La Culpa ama al desencanto.
Dormir mucho es por desencanto, el insomnio, también.
Seguir las señales es la actividad favorita del alma desencantada.
El Miedo desencanta de a poquito.
El cine Gore es desencanto visceral.
Tu estómago es el ejemplo más palpable del desencanto.
Los audios de seis minutos, un desencanto inefable.
Los paladines de la verdad budista me desencantan hasta los ovarios.
Lo mismo que los que me preguntan qué estuve haciendo hasta ahora.
Cuando vi mi perfil por primera vez en un espejo me desencanté.
La matemática es el desencanto que explica la física de un universo desencantado.
La política es religión desencantada.
Sentir que uno no alcanza al mundo es la práctica de esa religión…
Que los colectiveros te traten mal, que la gente te trate mal, tratar mal a la gente... me desencanta.

El simio se paró, desencantado.
Su primera palabra fue para tratar de encantar su violencia, antes de enfrentarla.
Las palabras agridulces de mi madre literaria, Vonnegut, me advirtieron sobre el desencanto:
"Supongo que hay alguien allí arriba a quien le gusto".

Los astrónomos antiguos llamaron Venus al planeta que brilla cada mañana y cada atardecer en el cielo.
Nunca se imaginaron que esa belleza residía en que las nubes tóxicas reflejan la luz del sol.
La diosa de la belleza resultó ser una diosa iracunda, incapaz de sostener la vida.
Y ese desencanto, quizás nos salvó.

Uno viaja por desencanto,
uno renace por desencanto.
Uno mira con desencanto que en la maceta no crece la flor que plantó, sino aquella de la que no se sabía nada.
Uno se pregunta por qué por desencanto.
Dos galaxias se enredan en una danza de la muerte por desencanto.
Uno baila la danza del fuego por desencanto.
Uno cierra un poema, como cierra su corazón, como cierra la ventana antes de irse a dormir.

Existir es desencanto del átomo primero,
casa XIII.
La cicatriz que me atraviesa la ceja.
Punto errante, nunca infinito,
sonido ciego, sabor amargo,
única nota que desentona en la función: Mi. 

Lo único encantado son las ideas.
Lo único encantado son los dioses.
Lo que se mueve es desencanto.
Lo que sangra es desencanto.
Lo que fluye es desencanto.
Lo que se va es desencanto.
Lo que es libre es desencanto.
Lo que duele es desencanto. 

No busques ni te ofrezca como emisarios de dolor,
porque el dolor es lo único que nos pertenece,
lo único que hace libre.



 Fotografía: Apocalipsis fotografía.                                                                                                  
Texto modificado, original subido el 20/01/17. De la serie "La muerte puede bailar".                    




No hay comentarios:

Publicar un comentario