Ana no podía recordar qué era lo que habían hablado la noche anterior. Estaba sujeta y atada a esa angustia que gira a través del cuerpo. Ni siquiera la lluvia logró sacarla de aquel silencio de intensidades confusas, de imágenes, sensaciones, nombres que se repetían su mente.
No tenía interés o, mejor dicho, ya no tenía interés en descifrar la salida del laberinto a través de los nombres, sensaciones, imágenes.
Algunas veces había disfrutado de la lluvia rebotando en el balcón del edificio de enfrente, en tiempos anteriores, en los que podía distraerse en detalles. Ahora, todo era trascendente, globalizador y blanco y negro. Los colores fueron perdiendo diferencias cuando ella se puso diferente.
No podía recordar la charla, pero sí recordaba el vaso girando en el escritorio. Aunque sabía perder el control, las formas de perder el control fueron cambiando. La alienación y el olvido son los peores enemigos y estaban juntos.
Los años ya eran muchos y el recuerdo de todo, más denso.
El agua no dejaba de caer y en algún momento recordó la charla. Eso fue todo. Esto es todo: mucho, nada.
http://www.youtube.com/watch?v=xtrEN-YKLBM
- Tu silencio me preocupa... -decía el mensaje de Santiago.
¿Qué recuerdos tienen de su primer amor?
Yo tengo un buen recuerdo de él. Pero uno solo, porque todos los demás recuerdos de él son malos...
Teniendo en cuenta que parece que estoy tomando al -maldito- toro por las astas, puedo ver cómo se cumplió la sentencia que había en sus palabras crueles.
Yo fui la contrapartida perfecta e idónea que un cruel necesitaba, porque era quien esperaba recibir los golpes.
"Nadie te va a querer nunca...". Si no lo dijo textualmente, lo dio a entender. Ese día, me quedé mirándolo, en medio de la nada de pasados difusos.
Como maldición, llevé eso conmigo gran parte de mi vida.
Éramos niños y crueles y románticos. No entendíamos nada, solo que el amor era la suma del que sufría y del que hacía sufrir.
Lo peor de todo fue que yo le creí.
Pero, ¿qué pasó cuando entró un poco de luz? ¿Qué pasó cuando alguien me quiso, cuándo probé lo que era despertar enredada con alguien y girar por un colchón y no salir nunca de esa burbuja que se forma alrededor de dos cuerpos? Idas al cine agarrada de una mano; una cerveza y un beso seguro; dos ojos solo para mi, y el hecho de no tener que pelear contra todas las mujeres, o más bien, contra una sola: mi pulposa inseguridad. Cuando hubo un día a día y noche a noche, un mensaje respondido, una madre suegra que me conoció y regalos de cumple... desde ese día, nada volvió a ser lo mismo.
¿Qué hice yo? Me aburrí.
Aún poseída por la maldición, enloquecí y seguí corriendo, porque mis aventuras en busca del cáliz que destruyera mi penoso recuerdo aún no habían terminado. Pero sabía que algo había cambiado: nunca más permitiría que nadie me maltratara.
Y volvió a pasar: alguien me "cazó" en medio de una jungla llena de animales. Yo me rendí y sentí cosas que nunca había sentido. Tuve la sensación del instante, del tiempo detenido y de nuevo la burbuja; tuve amor en carne, en mente, en alma. Lo malo se fue... por un rato.
¿Qué hice yo? Recordé el temor. Me asusté. Me alejé y lo alejé, porque cada paso era inseguro; la vida era angustiosa y oscilaba entre un te deseo y un te temo. Lo tenía, pero no. Algo no tenía... de él, de mí.
Los fantasmas volvieron y me atacaron.
El resto, el final lo conocen. El final sobre Paco y aquella noche del año pasado.
No estoy enojada con él, porque las cosas no podrían haber sido de otra manera. Esa estocada final terminó con un mundo hecho en bases a malas experiencias de amor; colapsó ese universo y dejó un vacío para ser llenado por cosas nuevas.
Con respecto a lo anterior, a ese primer amor, podría ponerme poética, dulce, enojada; superada, resentida, abatida, recuperada. Pero prefiero resumir: "Fuck off".
Puedo sentir su respiración contra el cuello. No es tan temprano, pero de alguna manera es como si lo fuera. El viento que sale de su boca se siente tibio, no frío ni caliente. El aire comienza a convertirse en algo material, es un espacio de contenido; yo empiezo a sentirme molesta y atrapada, me ahogo. Me pongo los auriculares como puedo. Saco la mano, que estaba apresada por un costado, bajo el peso de su cuerpo. Tengo que girar en el intento, así que quedamos cara a cara en un intimidad molesta; nuestros ojos se esquivan porque esta cercanía implica un conocerse que ninguno de los dos quiere. Todo esto es accidental y hasta irritante: esta intimidad obligada nos irrita.
También nos irrita el paro de subtes, el cambio en nuestras rutinas matinales, el sentirnos manoseados física y moralmente por todos lados; el hecho de que el tren haya tardado tanto y el hecho de que tengamos que apretujarnos de una manera insólita. La comparación "vacas que van al matadero" ha pasado a ser un lugar común y nos para lejos de esta situación real... así que no, le analogía sería otra. Por lo pronto, puedo dejarme inspirar por Santiago que me preguntó si me habían tocado mucho.
- No, Santi, nadie me podía tocar, porque el tocar implica que hay algo diferente de mí y lo cierto es que todos éramos una masa sin forma...
Podría ir más a fondo y hablar de un dios panteísta, de un idealismo irónico, pero no, no es a lo que apunto.
De hecho, tampoco lo es esto. Así arrancó el viernes. Uno de los días de la semana siguiente a la partida del belga.
Creí que después de aquella invasión amorosa recuperaría las rutinas, pero comparto este pedacito de mundo con personas diferentes, que tienen su propios deseos, sus propias intenciones, su propia búsqueda del bien.
Acá estoy en un tren que nunca me tomo, tratando de llegar a un lugar al que no deseo llegar, apretada contra un hombre que ni conozco y que evita mirarme porque sin querer me tocó la cola.
Un suspiro colectivo me hace saber que afuera llueve: ese suspiro colectivo que simula un "noooo, lo que faltaba".
Trato de aislarme del mundo que ya tanto molesta que provoca risa: dos personas hacen chistes en cada parada, en cada sacudón, en cada golpe. Los demás agradecemos esa buena onda, esa fuerza que nos recuerda que por pasar cosas así podemos decirnos "grandes personas". Por otro lado, cualquier acto de agresiva desazón es condenado a muerte.
Lo gracioso es que estoy como estuve esa semana de "matrimonio": invadida.
Con todo el nuevo contenido de experiencia, con toda sensación nueva, con esta aventura aún latiendo por todo el cuerpo, puedo entretejer nuevas teorías del amor, de mi persona, de mis emociones, y todo en función de entenderme/nos un poco más.
Día uno: Besos, besos, besos.
Día dos: Besos, malos entendidos culturales, besos.
Día tres: Odio. Beso.
Día cuatro: BESOS. Empiezan los dilemas..
Día cinco: Lo odio. Besos. Dolor. Lo amo.
Día seis: ...¿Dónde estará? No creo que se haya ido... las cosas están acá...
Día SIETE: Besos. Casi perdemos el avión. Despedida. Se fue. Llanto descontrolado (dolor y alivio).
Aún todo es muy desordenado como para entender qué pasó, cómo pasó, porqué pasó. Aún me pregunto si debería entender; si fue mucha la atracción, el choque de energías que resultó en momentos increíbles y estados de guerra absoluto; en si debería intentar entender o simplemente dejarme arrastrar por los sucesos de este año: bajar la cabeza, pero no como avestruz, sino como alguien dispuesto a dejarse llevar, como alguien que confía en las fuerzas de los cambios, de lo que está viniendo. Cambios. Sí. Eso había dicho Dany. La misma noche que lo conocí, la misma noche que Julia fue mamá. La misma noche que llegó el belga.
Después de eso, después de que él se fue, yo me aferré a la soledad.
Mis amigos me están buscando, pero con mucho cuidado, porque entienden que necesité estar sola.
Recién hoy, esta noche, Santi y yo nos comunicamos. Elucubramos un poco de qué venía la mano. Eso me dejó pensando.
Julia no para de decirme que su bebé extraña a la tía que vio una sola vez; Barbi me saluda tímidamente, y me arroja un par de mensajes formales; Cata desaparece y me deja desaparecer; Sol, por otro lado, reclama mi atención.
- Lo.
- Sant.
- ¿Asustada? Mucha matraca pa vos, ¿no?
- Ja.
- Bueno, en serio. ¿Cómo estás, Lolita?
- Asustada... ¿vos?
- Hiperoptimista.
- Ahh, no me la creo. Me gusta oírlo.
- Sé lo que te pasa...
- ¿En serio? Ayudame.
- No te creas que tengo el don de leerte (cosa que es muy fácil en verdad, pibita)... pero tuve asistencia divina.
- ¿Y rubia?
- Sí, fue el tema de la semana con Sol. Te lo perdiste.
- Actualizame.
- Creemos que Lola se asustó.
- Ah, pero eso lo sé yo solita - Me reí por primera vez en días -.¿Vas a hablar de mí en tercera persona?
- Me gusta oír esa risa. Y sí... es divertido hacer que hablamos de alguien más. Lolita se asustó porque dejó entrar a alguien a su vida: le dio la llave de su casa y él tuvo acceso a todos sus secretos. Ella no estuvo sola por siete días seguidos. Le gustó y la asustó. Fue la primera vez que sucedió eso que siempre quiso, que siempre la preocupó. Siempre temió que no sucediera y, al mismo tiempo, que sucediera.
- Me gusta su teoría..
- Porque a ella le gustan las contradicciones... es tan capaz de contradicciones, tan capaz de dar y recibir que esa parte de ella, que pone el caparazón porque cree que no lo merece, se enoja terriblemente, la castiga con pensamientos tristes. Y se olvida de lo importante...
- Chan.
- Que es tan capaz de amar que, inevitablemente, el amor va a llegar.
- ¡Y a irse!
- Se va a poner irónica, se va a poner "intensa", pero sabe que tenemos razón... Siempre supo que este chico se iba a ir, pero no debería quedarse con eso. Ella necesitaba una muestra de afecto, que alguien le demostrara que valía la pena, pero solo porque ella se propuso hacerse valer... con mucho esfuerzo, este año se alejó de personas que le restan y nos dijo: "Esto soy yo..."... ¿Qué estás haciendo, papa frita? ¿Qué es ese ruido?
- Me cambio -contesté.
- ¿Y que vas a hacer?
- A tomarme una cerveza a Antares... muero de ganas. Lo pensé toda la semana.
- ¿Con quién vas, papa frita? Yo estoy de cama, Sol no salía
- Sola.