viernes, 21 de julio de 2017

Coliseo Romano


Rugen los sonidos viejos de escenarios.
Rugen de amor rojo a la manía roja
de reproducir el espíritu de una era.

Yo entro en el juego con la inocencia de una paloma,
sin detenerme a pensar en la peligrosidad del camino.
¡Cómo me abduce la música
y me eleva sobre los límites de la materia!
Yo controlo mi forma, mi estructura,
yo me transformo en el silencio del sonido.

Pero ruge también la platea, de ira.
Los dioses antiguos, vestidos de gala,
no pueden esconder sus dientes de oro,
el placer con el que arden en la sangre.
Nos enfrentan unos a otros,
buscando encontrar un sentido a su destino trágico.

Cuando me lleven a combate final,
voy a rugir como el escenario.
No podrán decir que Lorena M. le teme a la letra que no le sale.
No podrán decir que mataron a Lorena M.,
sino que lo que conocían como Lorena M. ha terminado.

La libertad va a rugir
en cualquier forma.






Fotografía: Ale Mago

Mochila



El bolsillo de mi mochila,
desordenado y lleno de papeles que debería haber tirado,
papeles que creí me servirían en algún momento,
me hace acordar a mí.
Tal vez, por el caos.

Soy el bolsillo de mi mochila,
sucio, con servilletas con moco,
con un caramelo que nunca comí, ¡pero cómo me gustaba!
y que se pegoteó en el fondo floreado,
que me hace enfurecer cuando debo sacar algo.

Estoy llena de entradas a museos, a cines, a espectáculos
en los que fui feliz y a los que guardo como souvenirs.
Nunca los vuelvo a mirar, son sólo una promesa.
¿Acaso el caos es promesa de vida?

Cargo folletos de descuentos,
soluciones que nunca recuerdo cuando se presenta la oportunidad,
jengibre en polvo para darme fuerza o para echarlo en el ojo de un atacante si hace falta,
como espada de Grayskull que se supone me cuida.

De vez en cuando, uno de los papeles cobra sentido.
Es el resumen de mi agenda, la agenda de la agenda.
Con suerte, le tacho alguna palabra.
Y siento un alivio que se escurre enseguida.

Me pregunto por qué no nos vacío,
¿Qué terror hay atrás de la ausencia?

Así ando, llena de promesas,
sucia por seguir acumulando,
esperando nuevos papelitos que propongan algo de caos,
algo de vida a esta vieja rutina
Así ando... sólo movida por el ritmo de las canciones
que escapan del control de sus creadores.

Hoy me duele mirar la mochila,
me duele preguntarme por qué cargo aquello que no necesito.
Por qué no vacío todo y aunque sea creo un nuevo caos.
También me duele no hablar de lo importante.
Pensar que lo que nadie sabe de mí
-sí, lo que está en el bolsillo de la mochila-
es lo que creo que no vale la pena ser hablado.

El bolsillo de mi mochila es silencio.
Del más agudo,
que revolotea por la noche,
cuando nadie me ve. Ni yo misma me veo.

Me duele mirar la mochila.
Y me duele no verme.




Fotografía: Ale Mago

Trilogía de la crisis III: Ansiedad y Finalidad

La ansiedad quema la piel,
misterio e incertidumbre.
La ceguera momentánea
no nos deja escapar de la experiencia de la muerte en vida.
¿Qué tal se siente atravesar el planeta sin moverte de lugar?
Callando dolor, extrañás el sonido de los pájaros y del viento,
el olor húmedo del pasto,
el hedor fétido y hermoso del puerto.
Yo deseo echarme en el piso y desmentir todas las señales que pasé de largo
y observar las estrellas.
Hasta que mi propia salida me sea revelada
en un oráculo natural.
Descreí de las personas.
A veces, me creo.
Creo... en mis canciones preferidas,
esas que se transforman en dibujos.
Siento miedo, olor a muerte,
¿qué importa?
Nadie me aseguró que estaría exenta de esta oscuridad.
Reí y lloré y me encontraste.
Ahora voy a pincelar el silencio,
para que pueda encontrar yo también.


Si te cuesta digerir cómo nos manifestamos, humano,
si crees que todo tiene que ver contigo,
si al cruzarte con lo diferente tu primera opción es aplastarlo,
entonces, no sé que vas a hacer hoy
que salimos a la calle con tres ojos.



Trilogía de la crisis II: "Lluvioses"

La tormenta enseña a correr con cuidado
por las calles inundadas
en las que el cordón y la vereda
desaparecen comidos por un río.

Las gotas de agua,
movidas por una ley invisible,
se dirigen juntas hacia una misma dirección.
Ponen en duda la casualidad.

La tormenta se compone de agua y viento.
Y esa fusión golpea.
El aire y el agua no tienen límites,
atraviesan las paredes y los contornos de los seres vivos,
desde los tiempos en los que horarios no había.

La tormenta trae olor a renovación,
a que el clima cambia,
a que hoy se duerme porque baja la temperatura,
a que la ebullición atrapante del verano hace erupción en la cortina de agua, en la cara del más descreído.

La soga apretada comienza a aflojar,
como cuando uno acepta que llegará mojado a destino.
Que las medias no tendrán el sentido de ser medias.
Y que si no vamos a casa, habrá horas de sufrimiento lento.

Sólo los desafortunados de la tormenta pueden calzar sus zapatos empapados,
como si calzaran charcos.
Porque la tormenta, dicen, nutre con violencia,
como sólo ella puede hacerlo.

No nos toca a nosotros guiar de la misma manera,
si ni siquiera calzamos los zapatos de otro.

Al salir, el día tal vez sea completamente distinto:
la luz, diez grados menos.

Y yo me despedí callada, sabiendo que había terminado una estación.
Sólo la tormenta pudo guiarme al fin.



¿Hay poesía en tu mirada?
¿Tal vez un poco de acción? 
Un germen en tu piel contagia mis palabras,
provoca una respuesta colorida, musical, espontánea.

Hay poesía en tu mirada,
acción en las palabras,
enfermedad en nuestro origen.
Y algo de luz, siempre.

La luz que se aventajó frente a las tinieblas,
porque a veces eso pasa,
e hizo posible que estemos aquí,
mirando la poesía,
mirándonos.




Foto de pintura "Un mundo" (Ángeles Santos, 1929).

Trilogía de la crisis: Agujeros negros

Existencia, turbulencia constante,
galaxia llena de materias y formas, vacíos y llenos.
Origen de violencia,
explosión desde el misterio.

Caminamos entre estrellas y universos,
nos movemos sin siquiera saber el valor que cada uno lleva consigo.
Ni de los sueños que matamos con enojos
ni de los deseos esenciales que cumplimos pocas veces.

El inicio nos expulsó como gases.
Efervescentes, llenos de ánimo, vitalidad, sensaciones, voluntades.
Inteligencia:

Dame la chance de establecer un orden compasivo.
Dame ese movimiento que marque la diferencia.
Dame la fuerza de crear, de comunicarme, de comunicarte,
de pasar por cada partícula dispersa y armarme en unidad.
Amarte en el vacío, ese en el que ya no existen las leyes de nuestros mecanismos.

Muero de sueños.
Y tengo fuego en la panza.



Sueño

Una bestia corre hacia nosotros.
Están varias personas del pasado, personas que quise y quiero y otras que quise y que ya no quiero.
Todos le tienen miedo a la bestia, que corre y nos encara de frente. Secretamente, yo pienso que la bestia es atractiva, una mezcla entre el monstruo de Alien y un perro. Le brillan los ojos.
Yo me adelanto y les digo: "No se preocupen, yo sé matar monstruos". Y saco una especie de bola que al encenderla brilla como los ojos de la bestia. Y con ese artefacto, empiezo a golpear y siento cómo algo cede ante mis golpes.
La bestia está al lado mío, atenta a lo que hago. Me mira con amor.