Negociar un consuelo viejo frente a nuevas amenazas.
O simplemente entender que la historia de nuestros errores siempre estuvo plagada de una enorme capacidad de amor.
Podemos hacerlo distinto y dejarlo salir.
Reaccionar de otras maneras ante el fracaso y encontrar aquella respuesta que nos vuelva victoriosos.
Y pacientemente, esperar a que los hábitos se acoplen a nuestra naturaleza cambiante.
Podemos patalear, llorar, mentir.
Bajar la cabeza y seguir de largo.
Pero, entonces, podemos entender que cada segundo, cada momento, cada instante de este devenir puede hacer la diferencia.
Plagados de espanto ante el amor y de amor ante el espanto.
Nadie eligió estos “mientras tanto” que vuelven duros los día a día.
Por suerte, amanezco de buenos aires todavía.
Pero, entonces, podemos entender que cada segundo, cada momento, cada instante de este devenir puede hacer la diferencia.
Plagados de espanto ante el amor y de amor ante el espanto.
Nadie eligió estos “mientras tanto” que vuelven duros los día a día.
Por suerte, amanezco de buenos aires todavía.
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