jueves, 23 de mayo de 2013

Soy tu necesidad de libertad.

Cuando todo parece indicarte la dirección contraria,
cuando entendiste que el camino por el cual debés transitar
es el que no atraviesa tus deseos y te trae noches de insomnio.
Y el camino que te lleva lejos de ese lugar, ese lugar que ya sabés y tanto te gusta, se ampara en universales catastófricos, en dragones prehistóricos y en palabras de sabiduría neutra.
Construiste un mundo alienante que te cargás a tus espaldas.
Porque hay algo heroico en los actos matutinos de pasos que te llevan al mismo espacio,
con personas que ves pasar una y otra vez momificadas en el tiempo.
Una pisada distinta te depara soledad...

Y sin embargo, tenés tus contingencias sagradas,
los momentos que se suman...
Esos momentos que nunca viste venir, que nunca catalogaste, nunca convertiste en mandamientos congelados. Vivos como tu devenir constante en un día no planeado, mientras el mundo se mueve sin que lo cargues, las cosas se caen aunque las persigas. No hay proyecto ni amor que soporte los embates del tiempo, ni reflexiones treintañeras que aseguren que todo va a estar bien.
No profeso los pasos heroicos ni un abandono en la nada infinita.

Profeso la bondad de las contingencias,
noches sin sentido absoluto,
un salto a salto de querellas sin importancia.
Un cigarrillo. Un vaso de agua.
Y descansar como semidioses.
Abrazados en nuestra propia necesidad de libertad.









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